Si ya resulta difícil contravenir a los refranes, nacidos de la
experiencia centenaria de los pueblos, más aún lo es cuando se trata de aquel
que reza "Nadie es profeta en su tierra". Sobre todo, si el
protagonista es un maestro. Y, más difícil todavía, si el escenario es un
pueblo pequeño, como Lupión.
Pues bien, eso es lo que
consiguió Juan Diego sin proponérselo: ser profeta en su querido pueblo
ejerciendo en él su magisterio a lo largo de su carrera profesional hasta que
la enfermedad lo arrebató de las aulas a la prematura edad de cincuenta y
cuatro años. Como suele ocurrir, tuvo que llegar la muerte para estampar el
sello de calidad a toda una vida, corta sí, pero intensa, consagrada a su amada
profesión de educador. Actividad ésta cuyas crecientes dificultades nadie
ignora y que se agravan cuando el profesor comparte todo el día los mismos
espacios que sus alumnos y padres. Era el caso de D. Juan Diego García García,
maestro a tiempo total. Y como tal fue valorado y reconocido por todos sus
paisanos. Pero, como le parecía poco, decidió inventar el voleibol, palabra
casi desconocida entonces en su pueblo. Siempre desde su perspectiva de
educador, Juan Diego tuvo clara la dimensión humanizadora del deporte y se
lanzó a cultivarla con un nutrido grupo de niñas y adolescentes con quienes se
embarcó en un viaje ilusionante: competir en los campeonatos escolares de ámbito
provincial y regional. Hoy sigue pareciendo increíble que el equipo escolar
femenino de voleibol de Lupión sacado de la nada y entrenado por Juan Diego en
los recreos y algunos ratos libres venciese temporada tras temporada a los más
potentes equipos de localidades tan grandes como la propia capital de la
provincia, llegando a disputar la fase final en seis ocasiones como
representante de la provincia frente a los de las otras siete andaluzas. Los
resultados están en las hemerotecas y, sobre todo, en el recuerdo de sus
protagonistas, que escribieron páginas gloriosas hasta en la derrota,
ilusionando a un pueblo del que estábamos habituados a admitir con resignación:
"aquí no hay nada".
Con este "IX Memorial de Voleibol Juan Diego García" volvemos
un año más a hacer justicia a la meritoria labor del homenajeado como promotor
de un deporte humilde que él supo hacer grande. También es momento de renovar
nuestra admiración hacia aquellas niñas y adolescentes, hoy madres de familia
VARIAS/ALGUNAS/BASTANTES de ellas, y de emularlas en su pasión por el deporte;
es decir, por el esfuerzo de superación en busca de la noble recompensa de un
trofeo o una medalla. Nada más; pero nada menos.
JUAN MANUEL RODRÍGUEZ CABRERO
Se merece esto, y mucho más.
ResponderEliminarConocí a D. Juan Diego en su etapa de profesor en Ibros, fuera de la actividad escolar pues yo ya era mayor, siempre tendré un buen recuerdo de el, este memorial hace justicia, como también debería de reconocérsele su labor docente. Lo bueno de esto es que aunque ya no este entre nosotros, sigue vivo en nuestro recuerdo.
ResponderEliminarEn Ibros tambien dejo huella y todos los que lo conocimos o lo tuvimos de maestro jamas lo olvidaremos
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